Las relaciones sexuales -sin el consentimiento de las mujeres- están totalmente normalizadas en millones de parejas de todo el mundo, incluso más allá de la edad de sus miembros, de su nivel socio cultural, de su origen étnico o del momento físico-emocional que viven las mujeres. "Salvo penetrar, todo es ilusión" parece ser la idea fuerza que mueve a decenas de miles de hombres que conviven con sus parejas. 

Socialmente, siempre se le ha pedido a las mujeres que estén dispuestas a tener relaciones sexuales con el hombre porque "es su pareja", "porque debe", "porque el hombre tiene necesidades", "porque si no lo hago, se va con otra" construyéndose así una imposición silente que tiene como base, el miedo. Es en estos escenarios donde la noción del consentimiento juega un rol central. 

Testimonios confirman el abuso permanente

La fisioterapeuta de suelo pélvico, la española Ana González, contó en su cuenta de Twitter el caso de una de sus pacientes: "Una mujer me cuenta, en pleno posparto, que tiene dolor en vulva y vagina durante la penetración muy intenso, derivado de la episiotomía que le hicieron en el parto. Le explico cosas que puede hacer para aliviar el dolor y la importancia de acudir al fisio de suelo pélvico ya que tener dolor durante la relación sexual NO es aceptable en ningún caso, ni tenemos que resignarnos a que el sexo en el posparto es sufrimiento", escribió. 

González agregó que semanas después se enteró que, para soportar las relaciones sexuales con su pareja, tiene que tomar diazepam, un potente fármaco que sirve por sus efectos tranquilizantes, sedantes, relajantes musculares y anticonvulsivantes. "Esta mujer consiente tener relaciones sexuales sin deseo y con dolor, simplemente por complacer las "necesidades" de su marido. Este hombre, su marido, tiene la sangre fría de penetrar a su mujer cuando sabe que le está doliendo, tanto que se tiene que medicar", señaló en Twitter la especialista española.

La presión que ejercen los varones sobre sus parejas luego del posparto es más común de lo que se cree. Los hombres no saben, o no quieren saber, que luego del nacimiento de un niño los cambios que ocurren  en el cuerpo de una mujer son tremendos.

La obstetra María Elena Galarreta explicó a LA FACTORÍA que después del parto ocurren cambios importantes en el cuerpo y mente: "La mujer en la etapa posparto necesita mucho descanso físico, mucha contención de su entorno, que se le acompañe en el proceso de adecuación a la etapa de crianza, al establecimiento de la lactancia", sostuvo.

Además, Galarreta precisa que depende del tipo de parto que se haya tenido el efecto de las relaciones sexuales van a ser diferentes. "Si ha sido un parto por vía vaginal, donde ha ocurrido un desgarro, se recomiendo la abstinencia sexual penetrativa hasta que permita que el cuerpo se recupere, se dé la cicatrización, la involución uterina, el sangrado posparto". En realidad, dice la especialista "las relaciones sexuales no deben circunscribirse al coito, también es importante educar mucho a la pareja en el sentido de que las caricias, la conexión erótica no tiene que centrarse en el coito penetrativo, hay otras formas de comunicación sexual que sería interesante ampliar en información que pueden disfrutar sin perjudicar a esta etapa recuperación de posparto". No estaría de más incorporar estos temas en todos los abordajes que estén ligados con lo que los estudios de género llaman "Las nuevas masculinidades".

Pero Galarreta dice más.  La obstetra recomienda que en el caso que se haya realizado una episiotomía -que es un corte que permite ampliar el canal vaginal para la expulsión del bebé-, "Si ha sido bien suturada va a tomar un tiempo de cicatrización; no están recomendadas las relaciones sexuales penetrativas porque podría generar un desgarro o una lesión que prolongaría la recuperación". 

Pedir, consentir y disfrutar consiste en establecer límites personales. Las mujeres de todas partes deben asumir que toda actividad sexual, sin consentimiento,  es un agresión sexual o una violación. Sin ambages. Y los varones entender que, un solo gesto de molestia de sus parejas, significa parar.